Últimamente se habla mucho acerca de los nativos digitales y de la generación de los millennials. Supongo que cuando yo todavía no prestaba mucha atención a estas cosas se hablaba de igual manera de la generación X. Lo cierto es que mi primer ordenador no apareció en mi vida hasta los 10 años, pero me marcó de manera indeleble hasta ahora.

Podría decir que aprendí a programar cuando todavía era bajito, gracias al ordenador que mi padre me compró, ilusionado en hacer de mí alguien de provecho. Lo cierto es que me volqué en él de manera obsesiva, sin levantar la vista hasta ahora, treinta y pico años después, y durante muchos, muchos años, jugar fue mi principal y única obsesión. 

Lo que transforma a una persona en un nativo digital, alguien que entiende de manera intuitiva la tecnología sin tener que estudiar, no tiene mucho que ver con el uso que se le dé a esa  tecnología si no con el nivel de obsesión que se desarrolla con el tiempo. Yo soy bueno con los ordenadores por que aprendí a solucionar problemas sin ayuda, aunque fuera para jugar, y en mi caso, jugar con juegos piratas, por que no tenía un duro y no tenía más remedio que piratearlos. Tuve que aprender a soldar con 12 años, ya que necesitaba hacer un cable para piratear videojuegos. La necesidad, mezclada con la obsesión, es lo que produce cambios en la manera de pensar, en la manera de afrontar retos, relacionados en este caso, con la tecnología. No lo digo por mi caso en concreto, que es demasiado subjetivo, si no porque mi obsesión me llevó a conocer a otras personas parecidas e igual de obsesivas, que han terminado siendo  como yo, profesionales creativos y muy motivados en diferentes campos, no sólo la ingeniería.

Los que fuimos criados por una máquina, da igual que fuera en los años 60, en los años 80 o en los albores del siglo XXI tenemos una cosa en común: utilizamos las máquinas para lograr un propósito, y lo hacemos de una manera en la que no fueron diseñadas, encontrando atajos o métodos poco ortodoxos. Esto es lo que define a un hacker: alguien que de manera intuitiva encuentra formas diferentes e inesperadas de hacer las cosas. 

He conocido muchos hackers en mi vida, de los de verdad. Todos ellos trabajan para grandes multinacionales como Sony o Dell, y todos, absolutamente todos ellos fueron autodidactas y se criaron formando una simbiosis con algún tipo de máquina, construyendo una relación especial con la tecnología. Los hackers entienden la tecnología igual que un poeta entiende la poesía. Todos podemos leer una poesía, pero pocos pueden realmente sentirla, y además entender dónde reside su magia. Un hacker conecta de manera natural con la tecnología y es capaz de entenderla de una manera diferente a los que la crearon.

El hacker es el tipo de persona que hace algo nuevo con la tecnología. No es el arquitecto, no es el líder de equipo, quizás ni siquiera sea el visionario, pero tenga por seguro una cosa. Si necesita hacer algo serio con la tecnología, necesita un hacker para que le diga a la cara que no tiene ni idea de lo que está haciendo. Los hackers tienen otra gran virtud, no se callan, son incómodos y casi siempre resultan imposibles a la hora de trabajar en equipo, pero si está en un callejón sin salida, son ideales para proponer nuevas vías.

Si quiere tener un buen equipo, busque eso, la conexión de esas personas con la tecnología. No se trata de títulos, no se trata de experiencia o de logros profesionales. Busque en sus ojos esa obsesión que hizo que desde jóvenes se criaran al cobijo de una máquina. 

Yo nací en 1975, el mismo año que Bill Gates fundó Microsoft en Alburquerque (Nuevo México). Durante mis años en la universidad, Internet era la gran promesa, sin embargo, yo tuve una escuela que me enseñó grandes lecciones sobre las redes, las comunidades de usuarios y la necesidad de disponer de una tecnología que permitiera unificar el control, antes de que Internet fuera una realidad, hablo de Fidonet y las BBS. 

Las BBS (Bulletin Board System) de los 80

En 1989, con catorce años seguía siendo un jugón empedernido, casi enfermizo, que no paraba de buscar nuevas maneras de ampliar mis horizontes, es decir, jugar más y mejor. Cayó en mis manos una revista de la época, que hablaba de algo que me llamó la atención: la posibilidad de intercambiar juegos y descargar aplicaciones mediante el intercambio con otros usuarios On-line. Hablamos del precursor de la red de redes, Internet, hablamos de la comunicación entre usuarios a través de la línea telefónica utilizando modems, las BBS.

Pantalla de login de una BBS. Texto ANSI de 80 columnas.
Pantalla de login de una BBS. Texto ANSI de 80 columnas.

No tardé en hacerme con un módem y empezar a conectarme a través de BBS, nodos locales que montaban particulares en sus domicilios, al que otros usuarios se conectaban, llamando por teléfono a aquellos nodos con sus modems. El modem servía para conectar un ordenador con otro, de forma que cada llamada, que duraba apenas unos minutos, servía para realizar un intercambio de mensajes entre ese usuario y los mensajes que tenía almacenados sin leer para el usuario que llamaba. Los usuarios llamaban diariamente a su BBS para intercambiar mensajes. Las BBS a su vez estaban organizadas en una jerarquía numérica que respondía a una estructura geográfica, de forma que las BBS también se llamaban entre sí para realizar el intercambio de mensajes que sus usuarios habían depositado en ellas. 

Aquella red se llamaba Fidonet y tenía alcance mundial. Aquel fue mi primer contacto con las redes, antes de que existiera internet y estaba basada enteramente en individuos que en su tiempo libre habían decidido formar parte de ella sin ánimo de lucro. Fidonet potenciaba el intercambio de ideas e información de todo tipo entre usuarios de todo el mundo.

En unos pocos meses decidí montar mi propia BBS: Edison BBS, con número 2:341/36. Con el tiempo tuve dos líneas de teléfono dedicadas, conectadas a mi vetusto PC 386 con MsDos y DesqView como gestor de multitarea. Como menor de edad, no podía tenerlas a mi nombre, así que tuve que convencer a mi madre de que firmara ella el contrato, asegurándola de que las aportaciones voluntarias de mis usuarios sufragarían los gastos. Todavía no sabía lo que era un crowdfunding a través de la red, pero ya lo estaba haciendo.

Durante años tuve una de las BBS más conocidas de Madrid, con cientos de usuarios. Algunos de mis mejores amigos hoy día los conocí en aquella época. También empecé a programar, para hacer mis primeras aplicaciones de «negocio», aprendiendo Pascal y C, no recuerdo muy bien cómo, probablemente de las fotocopias viejas de un libro en inglés que me prestó algún usuario. Mi primer trabajo, también vino gracias a un usuario de mi BBS. 

Aprendí un sinfín de cosas, entre ellas que en futuro, todo estaría conectado y que a pesar del caos, todo funcionaría gracias a la entrega de individuos como nosotros, enamorados de la red.  Luego, ya en la universidad descubrí TCP/IP y seguí programando, siempre pensando en la red. Mi conversión al lado oscuro fue ya completa, el resto es historia.